9. Ficha 4717 Sinisi, L.: “Antropología Social Inglesa: La Teoría Funcionalista.” En: Lischetti, M. (comp.) “Antropología”. Ed. Eudeba. 1996. Pág.122-135.
La escuela funcionalista surge en Inglaterra alrededor de 1920. En la Inglaterra de fines del siglo pasado la Antropología había comenzado a crecer como disciplina científica y paulatinamente se descubren los “usos” que esta ciencia podía dar al imperialismo.
La llamada revolución funcionalista fue la que inició el camino de la antropología científica, dentro del marco y el auge del imperialismo británico, a través de sus más importantes creadores Malinowski y Radcliffe- Brown.
A fines del siglo 19 el capitalismo ha logrado su máximo desarrollo el cual se produjo a través de avances y retrocesos, apogeos y crisis. La lógica de los empresarios capitalistas era la ganancia y acumulación y éstas sólo pueden reproducirse si se vuelve a invertir en nuevos proyectos: modernización de la industria, creación de nuevas manufacturas y la consecuente búsqueda de nuevas colonias para obtener aquellas materias primas que ahora eran de vital importancia para las industrias monopólicas. Es por eso que a partir de 1885 las grandes potencias imperialistas deciden la penetración y colonización de África, Asia y Oceanía.
En un primer momento Gran Bretaña establece el método de administración directa, no solamente control económico de sus colonias, sino también control político. También se puso en práctica la administración indirecta, donde lo que se buscaba era el no cuestionamiento del sistema colonialista, sino por el contrario, a través de ciertas concesiones que se le otorgaban a los líderes locales, se pudiera lograr su legitimidad.
Lo que ahora necesitaba el imperio era “conocer” a las sociedades nativas, saber cómo “funcionan”, para poder ser administradas. Para ello se comienza a impulsar a la nueva antropología dentro del marco académico.
La estrecha relación que se establece entre el colonialismo y funcionalismo se puede detectar por los beneficios que ambos obtuvieron: para el colonialismo, la antropología funcionalista le sirvió como soporte ideológico y para esta escuela, la realidad colonial le permitió la posibilidad de desarrollar su metodología clásica: la experimentación y el trabajo sobre el terreno.
La teoría funcionalista está muy vinculada a los desarrollos que tuvieron las ciencias naturales durante el siglo pasado; es a través de Comte y su filosofía positivista donde se expresa la estrecha relación entre la biología y la sociología. Spencer establecería un estrecho paralelismo entre las sociedades humanas y los organismos biológicos. Spencer fue el primero en utilizar el término función para tratar de explicar la realidad social.
Durkheim fue la gran fuente de inspiración de la escuela funcionalista inglesa. Sus ideas marcaron el pensamiento de Malinowski, Radcliffe- Brown, quienes pusieron un marcado énfasis en la teoría de la integración de la cultura y la analogía entre el modelo orgánico y el funcionamiento social.
El funcionalismo de Malinowski
Creador de la escuela funcionalista inglesa. Malinowski argumentaba que la cultura se constituye como un todo funcional, integrado y coherente, que no se opone a la naturaleza, sino que la continúa. Es la respuesta organizada de la sociedad para satisfacer sus necesidades naturales a través de grupos institucionalizados. Considera a la cultura como un todo coherente y organizado, como un sistema total donde cada aspecto de la cultura sólo puede estudiarse en relación a un contexto mayor en el cual cobra sentido.
El funcionalismo intenta comprender el fenómeno social según el lugar que ocupa dentro del sistema total, y de las funciones que realiza; por eso decimos que sus estudios son sincrónicos, el corte se realiza en un breve periodo histórico.
Para este autor necesidad tiene que ver con el sistema de condiciones que se manifiestan en el organismo humano, en el marco cultural y en la relación de ambos con el ambiente físico. Cada necesidad se satisface con un tipo de respuesta cultural.
Malinowski distingue dos tipos de necesidades:
Äbiológicas: la satisfacción de estas necesidades son fundamentales para sobrevivir.
Äderivadas: las necesidades derivadas aparecen como consecuencia de la vida del hombre en sociedad, son las formas indirectas de satisfacer las necesidades básicas, llamadas también imperativos culturales porque modifican a las necesidades básicas. Las necesidades derivadas son las que organizan la conducta social mediante la creación de reglas o normas que garanticen la integridad y coherencia del grupo.
La cultura se organiza para satisfacer las necesidades individuales y sociales a través de las instituciones. Para este autor, el concepto de institución es la unidad de observación o unidad de análisis, lo que le permite al investigador comprender la cultura.
Toda institución tiene la función de satisfacer las necesidades básicas de cada sociedad, de otra manera la cultura no podría sobrevivir. La función tiene un sentido, responde a la necesidad exigida por la cultura.
- Teoría de la cultura: la cultura tiene una estrecha relación con la naturaleza, aunque la supera, porque es la respuesta organizada de la sociedad para satisfacer sus necesidades básicas por medio de grupos institucionalizados.
- Teoría de las necesidades: existen dos tipos de necesidades: básicas o biológicas y derivadas, que dan cuenta de la forma en que se manifiesta la cultura, modificando las necesidades básicas.
- El concepto de institución: a través de una institución se pueden comparar diferentes sociedades entre sí.
- El concepto de función: el nuevo sentido que le aporta este autor es que la función son todas aquellas tareas o cometidos sociales que sirven para satisfacer las necesidades básicas. Su cumplimiento es fundamental para la supervivencia y conservación de la sociedad.
- Teoría del cambio cultural: el contacto cultural se realiza de forma lineal, no conflictiva, por la interacción de partes iguales. Al describir y comparar de forma objetiva el proceso de cambio que se produce como consecuencia del contacto, Malinowski oculta los verdaderos móviles del colonialismo.
Aspectos metodológicos
Fue Malinowski el que puso una marca innovadora en lo que conocemos como la metodología clásica de la antropología el “trabajo de campo” o la permanencia prolongada sobre el terreno. Sólo a través del trabajo de campo, puede el investigador interiorizarse y comprender a la sociedad estudiada. Creó también algunas técnicas como la observación participante, el informante clave marcando una ruptura con la antropología evolucionista del siglo 19.
Rupturas y continuidades con la escuela evolucionista
La crisis que presenta el modelo evolucionista en el 1900 está relacionada con las propias dificultades del imperialismo inglés, que necesita ahora adoptar el proceso de colonización a las instituciones locales. Tanto Malinowski como Radcliffe- Brown pensaban que la teoría evolucionista podía explicar el progreso social. Pero se comienzan a dejar de lado algunos presupuestos metodológicos por considerarlos etnocéntricos.
Otro eje de ruptura fue el nuevo tipo de práctica teórica. El investigador funcionalista no sólo teoriza sobre la sociedad estudiada, sino que también explorará sobre el terreno (trabajo de campo) para obtener los datos de fuentes primarias (informantes). Lo que importa es comprender a la sociedad desde su interior y no a través de construcciones especulativas como la de los evolucionistas, que reconstruían secuencias que iban de lo inferior a lo superior.
Enfoque estructural- funcionalista
Dentro del funcionalismo británico, encontramos otro enfoque que fue delineado por Radcliffe- Brown. Toma de Durkheim la importancia que este autor le asigna al contexto social y al papel que cumple el hecho social en la explicación científica. Retomará también la idea de función con el agregado de que los fenómenos sociales tienen que estar relacionados con la “estructura social”, de aquí el nombre Estructural Funcionalismo.
Uno de los elementos diferenciadores más importantes entre el funcionalismo de Malinowski y el de Radcliffe- Brown será el concepto de estructura social.
La estructura se define a través de un hecho social, empíricamente observable como son las relaciones sociales entre los individuos que desempeñan roles. Esto conforma un sistema social, objeto de estudio de la antropología. La estructura social es la realidad misma, esta perspectiva lo diferenciará del estructuralismo de Levi- Strauss. Para éste último, la estructura es invisible y subyacente, tiene que ver con modelos teóricos y abstractos que construye el investigador a partir de la realidad observada.
A partir de definir la estructura social como la red de relaciones sociales visibles, Radcliffe- Brown privilegió en sus estudios el análisis de los sistemas de parentesco. Un sistema de parentesco es un sistema de relaciones diádicas entre persona y persona en una comunidad, siendo regulado el comportamiento en cualquiera de estas relaciones en mayor o menor grado, por los usos sociales.
Mientras que las estructuras sociales pueden cambiar, las formas estructurales son mucho más estables. La estabilidad y la unidad de la sociedad son las condiciones que presuponen los planteos teóricos de Radcliffe- Brown a través de los conceptos de integración, equilibrio y solidaridad.
En los presupuestos básicos del estructural- funcionalismo vuelven a aparecer categorías como integración, totalidad, solidaridad, equilibrio, pero redefinidas ahora dentro del marco de la estructura. El antropólogo debe conocer los rasgos sistemáticos de la cultura, y buscar de qué forma las estructuras y las instituciones de una sociedad se interrelacionan entre sí para formar un sistema social. El sistema tiende a la estabilidad y al equilibrio, mediante la unidad y solidaridad de las partes con el todo.
Para Radcliffe- Brown la función de cualquier tarea o cometido social consiste en el valor fundamental que se le asigna en el mantenimiento y la continuidad estructural. Su concepto de función establecía una dependencia respecto de la analogía orgánica.
Todo sistema estructural tiene un tipo de unidad que se denomina unidad funcional, para lograr la estabilidad duradera del sistema, evitándose así los conflictos que atentan contra el mantenimiento de la estructura social.
Metodología
Radcliffe- Brown afirmó que el método de la antropología debe ser inductivo y generalizador, cuyo objetivo es establecer leyes sociológicas universales. El antropólogo debe recoger las regularidades observables en el trabajo de campo, para luego reordenarlas en la forma de generalizaciones empíricas o leyes. No se pretende explicar sino describir la realidad.
8. Ficha 4648 Díaz Polanco, H.: "Contribución a la crítica del funcionalismo". En: Teoría en Marx, Durkheim y Weber". Ed. Casa Chata. 1984. Pág.109/153.
Qué sucedió en la antropología después de Morgan
Las elaboraciones posteriores en antropología tienden primero a descartar por completo el enfoque evolucionista clásico y finalmente retomarlo sobre otras bases. Son respuestas científicas a nuevas condiciones históricas. Son estas nuevas necesidades del sistema capitalista, en sus diversas condiciones, las que generan nuevos enfoques en antropología.
S. XIX. Francia. Pensamiento positivista→ concepción teórica particular que conjuga una mirada:
Ähacia lo futuro: desarrollar y proyectar hacia lo futuro a la nueva sociedad que se comenzaba a conformar,
Ähacia lo pasado: había que proteger el nuevo orden contra la amenaza que todavía implicaba la nobleza.
El positivismo nace bajo el lema “Orden y Progreso”
El primitivo lema positivista de orden y progreso, con el evolucionismo clásico se reduce al progreso y, con el pensamiento sociológico posterior, al orden. Con el énfasis en el orden, que determina condiciones históricas nuevas, desaparece del pensamiento social la preocupación por la historia.
En adelante lo que interesa es el sistema sincrónico: estudiar la sociedad a fin de establecer sus leyes de funcionamiento equilibrado y detectar, las expresiones de desviación que atacan al orden, con el objeto de descubrir los procedimientos que contribuyan a controlarlos adecuadamente.
Esta nueva concepción marca la crisis del evolucionismo.
Aparecerá la teoría funcionalista y simultáneamente la llamada antropología aplicada. Ahora carecen de interés las reconstrucciones históricas y los esquemas evolutivos. Lo que importa es estudiar las sociedades colonizadas, a fin de ofrecer medidas y procedimientos que conduzcan a un proceso de transformación dentro del orden.
El funcionalismo responderá a estas nuevas exigencias. Se preocupará por las sociedades primitivas contemporáneas, desarrollando un sistema analítico que todo lo explica por la función de o los fines que cumple cualquier institución o elemento de la sociedad, tendiente a mantener la armonía y el equilibrio del sistema en su conjunto. Así no se requiere acudir a la historia para explicar la naturaleza y el carácter de la sociedad, se puede realizar exclusivamente un estudio sincrónico.
El principio de la “universalidad funcional” que postula que todos los elementos de la sociedad contribuyen a mantener el todo en equilibrio y armonía, no lleva a los funcionalistas a plantear un “inmovilismo”, por el temor a que cualquier cambio produzca desequilibrios o desajustes. Al contrario, el papel del funcionalismo es justamente hacer posibles tales cambios, pero sin que se produzcan los desajustes. Se trata de poder establecer las funciones que realiza el elemento que se desea cambiar, a fin de sustituirlo por otro que cumpla similares “funciones” en el sistema; así se garantiza el cambio sin desajustes peligrosos.
La otra línea de combate frente al evolucionismo es el relativismo cultural que surge en los Estados Unidos con Franz Boas. Este enfoque acusa al evolucionismo de etnocentrista, rechazando la noción de progreso. No existen culturas superiores o inferiores, como plantea el evolucionismo, sino solo culturas diferentes. Es decir, niega que existan criterios aceptables para establecer el desarrollo de una sociedad respecto de otra.
Finalmente en los años 50 verán el resurgimiento del enfoque evolucionista, esta vez bajo el signo de la concepción multilineal. El evolucionismo multilineal o neoevolucionismo no va a poner en duda que, en sus grandes trazos, las sociedades pasan por diversas etapas evolutivas; pero rechaza la idea de que estas etapas son necesarias y que están colocadas sobre una sola línea de desarrollo. O sea, no se acepta la necesaria universalidad de las fases de evolución y se conciben líneas evolutivas diversas y no una sola.
La noción del sistema total. Holismo funcionalista y holismo dialéctico
La noción de función es central en esta teoría pero se trata sólo de uno de sus postulados fundamentales, al lado del cual hay que tener en cuenta otros que conforman la estructura completa de la teoría.
Noción nuclear en la teoría funcionalista: la noción de sistema total o de totalidad sistémica.
Mientras el evolucionismo procura entender los hechos sociales según su proceso de desarrollo o de acuerdo con la influencia de las etapas previas sobre las posteriores, y el difusionismo toma el camino explicativo de la influencia entre las culturas por contacto o transmisión, el funcionalismo comienza a plantearse un modelo analítico que, sin acudir a la información de etapas anteriores, a datos históricos o a procesos de difusión cultural de rasgos aislados, intenta comprender el fenómeno social según la posición que ocupa en una totalidad determinada y de las funciones que realiza en ese conjunto complejo.
Se entiende a la sociedad como un sistema integrado de partes. Las partes están interconectadas, son interdependientes, y no es posible entenderlas sino conforme a la medida en que entran en la composición de un conjunto mayor en el que cobran significado. Noción de sociedad como sistema total, integrado e interdependiente.
Es necesario distinguir el holismo funcionalista del holismo marxista:
a) Mientras los funcionalistas se circunscriben a fijar su atención en una parte de la sociedad y a establecer que esa parte se halla funcionalmente relacionada con los demás elementos del conjunto social, al tiempo que eluden el análisis del conjunto, los marxistas tienen siempre, como mira principal, el entendimiento de ese conjunto y de sus transformaciones, como paso previo al entendimiento de las partes.
b) Mientras el funcionalismo utiliza la noción holística por el interés de explicar las partes que se han escogido como objeto de estudio, en el método dialéctico la concepción holística tiene como fin primordial explicar la totalidad, con lo que se accede a un entendimiento de las partes que la integran. Hay una diferencia sustancial entre el funcionalismo y el marxismo, por lo que respecta a la pregunta que se hacen frente a la totalidad: el funcionalismo se pregunta de qué modo la totalidad permite explicar la parte, mientras que el marxismo centra sus preocupaciones por la totalidad misma.
c) Una diferencia más radical se expresa en lo que respecta al tipo de totalidad. Los funcionalistas pueden considerar como totalidad desde una comunidad folk, un club, una pandilla hasta una familia. Para el marxismo la totalidad adecuada es la unidad del sistema capitalista mundial.
d) Mientras que para los funcionalistas la totalidad se caracteriza por una interdependencia equilibrada de las partes, para los marxistas esa interdependencia es desigual, o sea, se postula que existen grados de interdependencia de las partes que integran el todo.
El modelo organicista en el análisis funcional
Existe en la base del enfoque funcionalista un modelo de naturaleza organicista.
En el momento en que aparece en la teoría la noción de función se filtra a través de ella simultáneamente un modelo organicista. Cuando se utiliza un modelo organicista para el estudio de las sociedades, se derivan dos postulados que nos permiten observar con claridad la inconveniencia de tal procedimiento.
En primer lugar, aparece ligado con el concepto de función, la noción de necesidad. Durkheim define: la función de una institución social es la correspondencia entre ésta y las necesidades del organismo social.
Parsons no habla específicamente de necesidades, sino de prerrequisitos funcionales.
Este autor menciona dos prerrequisitos funcionales (necesidades del sistema) que debe respetar todo complejo social que merezca el nombre de tal:
a- que un sistema social no puede estar estructurado de manera que sea radicalmente incompatible con las condiciones de funcionamiento de sus actores individuales componentes, en cuanto organismos biológicos y en cuanto personalidades o con la integración relativamente estable de un sistema cultural;
b- que tiene que haber una proporción suficiente de actores adecuadamente motivados para actuar de acuerdo con las exigencias de un sistema de roles, y además, se tiene que evitar que las pautas culturales fallen y generen conflictos.
La segunda cuestión que se halla unida al uso de un modelo organicista, en el análisis de grupos humanos, es la relativa a la concepción de lo patológico. De lo que se trata es que la aplicación de un modelo organicista implica el uso de nociones de estado de salud y enfermedad de los sistemas sociales, lo que determina también dificultades muy graves para la teoría funcionalista.
La aplicación de un modelo organicista al estudio de fenómenos sociales suscita graves problemas que dificultan seriamente la comprensión de las especificidades de los complejos sociales.
Cambio y análisis histórico en el funcionalismo
En primer lugar, Radcliffe- Brown no incluye la dimensión histórica como un elemento central de su instrumento explicativo. Sin embargo se debe aceptar que la falta de la dimensión temporal no quiere decir un rechazo de la historia como instrumento explicativo. La racionalización de este autor para explicar la falta susodicha, es la siguiente: ella se debe al objeto de estudio al que se enfrenta como antropólogo: sociedades llamadas primitivas en las que no existen informes históricos.
La disculpa de que no se tiene en cuenta lo histórico porque se carece de datos históricos, es demasiado fácil para ser siquiera aceptable y verosímil.
Los funcionalistas desde el principio se negaron a tomar en consideración a la historia y se negaron de esa manera aún a reconocer que las sociedades primitivas tienen su propia historia. Es decir, no es que no se disponía de datos históricos de esas sociedades primitivas, sino que se niega teóricamente en principio la existencia de una historia para esos complejos sociales.
Esta posición se encuentra relacionada con las necesidades ideológicas del colonialismo, cuyo proyecto de expansión y explotación era justificado por esta idea de someter a sociedades que carecían hasta de una historia propia.
Radcliffe- Brown sostiene que el cambio social debe ser tenido en cuenta, pues a lo largo de un espacio de tiempo suficiente, la propia forma de vida social sufra cierta modificación o cambio. Una descripción sincrónica nos muestra una forma de vida social tal y como existe en un momento determinado, mientras un informe diacrónico nos pone al tanto de los cambios durante un periodo de tiempo.
Este autor sostiene que los cambios ocurren en una estructura real (realidad concreta, existente realmente); pero la forma estructural (que es lo que el investigador de campo describe) muestra una continuidad a través del tiempo. De esa manera, el autor acepta el cambio en la estructura real, mientras resta importancia a ese proceso cuando se trata de construir su modelo de esa estructura, o sea, cuando presenta su análisis de la forma estructural.
Teóricamente el funcionalismo no incluye la historia y el cambio en su enfoque, puesto que en términos de los modelos que construye, en términos analíticos, el tiempo, el conflicto y el cambio están ausentes.
Parsons concibe al cambio a través del estudio de los diversos estados de los sistemas. Propone una descripción sistemática y precisa de los estados de los sistemas a través del tiempo y de las similitudes y diferencias entre diferentes sistemas.
Otra manera funcionalista de concebir el cambio consiste en visualizar al sistema como un conjunto en el que se introducen elementos nuevos. Con la introducción de esos elementos se produce una perturbación y, para que el sistema recupere el equilibrio, es necesario que haya un proceso de ajuste de esta perturbación, a la nueva situación. La aparición del ajuste a la perturbación nos revela la verdad: nos denuncia el verdadero modelo teórico de carácter estático que está detrás.
Se admiten los cambios en la estructura real, o se advierte que en los sistemas aparecen elementos nuevos; pero esas transformaciones no reciben un tratamiento teórico adecuado, disolviéndose en la forma estructural o en el sistema en estado de equilibrio cambiante; ambas imágenes estáticas de la realidad.
6. Ficha 4799 Ficha de circulación interna de la cátedra Nº 2:
La biologización de la teoría sociocultural surgió como producto de la necesidad de contrarrestar las ideas igualitarias que, propugnadas por el estado capitalista y liberal, amenazaban con diluir las jerarquías sociales. Se recurre a lo biológico para construir una diferencia que sea infranqueable, es decir, que no pueda ser transpuesta o modificada.
El siglo 19 fue el siglo en que los procesos biológicos se convierten en un asunto de estado. Los nuevos conocimientos acerca de esos procesos dieron la posibilidad a los gobernantes de implementar políticas directamente vinculadas al control de las condiciones de vida de sus poblaciones, en un momento en que el capitalismo industrial le interesaba justamente controlar las condiciones de salud de las poblaciones obreras para obtener su mayor rendimiento laboral. Es decir, mantener la salubridad de la “fuerza de trabajo” al menor costo posible se convirtió en un asunto de Estado, de importancia central, para continuar el desarrollo industrial de las potencias capitalistas.
Si bien la Antropología se constituye como disciplina científica a mediados del siglo 19, el pensamiento antropológico puede rastrearse durante la Ilustración. Asimismo se estaba constituyendo una visión sobre la salud que ponía el acento en la “higiene” y las distintas formas de intervención del Estado para controlar los peligros sanitarios. A principios del siglo 19 el llamado “higienismo” comenzó a implementarse a través de algunas sencillas estrategias urbanas. De la mano de los avances en las ciencias de la vida emergían debates sobre los conceptos de raza, evolución, monogenismo, poligenismo, selección natural, eugenesia, etc.
Hacia fines del siglo 19 la antropología jugó un papel fundamental en la consolidación de la teoría higienista. El discurso antropológico sostenido por los médicos hacía referencia a las diferencias biológicas y morales, se definían los males y peligros y para prevenirlos se prescribían formas de comportamiento.
Conceptos centrales del higienismo: la intervención, la prevención y la estadística.
En el siglo 19 se identificaba progreso con salud, atraso con enfermedad, se asociaba clase pobre con clase peligrosa, o sea, pobreza con inmoralidad.
Se pide a las ciencias biomédicas que expliquen e intervengan sobre realidades complejas que incluyen variables socioculturales que son dejadas de lado como factores explicativos; así se va consolidando una progresiva “biologización de lo cultural”. En este contexto se instaura una disciplina como la antropología cuyo objeto de estudio se constituye desde el origen en el “otro cultural”.
Una de sus ramas más conocidas fue la Somatología que nace claramente encuadrada en el positivismo poniendo en práctica el método científico mediante la medición y la clasificación de las distintas partes del cuerpo humano.
La instrumentación de lo biológico como fundamentación del racismo
Es en esta época en la que la discriminación racial adquiere una serie de caracterizaciones que la sistematizan ligándola a la estructura y la organización social del capitalismo expansionista.
En el siglo 19 los países europeos debían “acompañar”, por un camino superador de las etapas sociales, a las “sociedades primitivas” para llegar a la cúspide del progreso representado por las sociedades metropolitanas. El racismo proveyó el argumento científico neocolonial capitalista, funcionando ideológicamente como legitimación.
Si bien en todos los tiempos se ha colonizado, a fines del 19 se va a pretender, además, estudiar científicamente los pueblos que se colonizan y colonizar científicamente.
Frente al deber “moral” de ayudar a los pueblos primitivos en su camino hacia el progreso, las potencias colonialistas adoptaron estrategias diferentes.
La idea de raza trascendió toda división ideológica y fue adoptada por intelectuales y políticos de las más diversas tendencias como un instrumento clave para entender el desarrollo de sus sociedades. La idea de preservar científicamente la pureza racial de una población era compartida por los grupos más progresistas del espectro político.
Todo el entorno humano se puede entender como una “construcción social”, en dos niveles de análisis. Por un lado, ya no admite discusión que las condiciones sociales de existencia de una población condicionan o determinan las características biológicas de la misma. Por otro lado, todo el entorno biológico y ambiental es una construcción social porque la forma en que es conceptualizado y entendido depende de los conceptos construidos para tal fin en el marco de cada una de las culturas.
7. Ficha 4742 Conrad, P. Sobre la medicalización de la anormalidad y el control social. En: Ingleby. D (ed) Psiquiatría crítica. La política de la salud mental. Grijalbo. Barcelona.1998. Pág. 129-138.
La medicalización de la anormalidad y el control médico social que acompaña predominan de forma creciente en las modernas sociedades industriales.
El interés se centra en la medicalización del comportamiento anormal: la definición y la etiquetación del comportamiento anormal como problema médico, como enfermedad, que obliga a la clase médica a aportar algún tipo de tratamiento para el mismo. Se desarrolla una creciente utilización de la medicina como agente de control social, típicamente como intervención médica. La intervención médica como forma de control social pretende limitar, modificar, regular, aislar o eliminar el comportamiento anormal socialmente definido utilizando medios médicos y en nombre de la salud.
La construcción social de la enfermedad
La enfermedad es la presencia del morbo en un organismo impidiendo el funcionamiento, o el “buen funcionamiento” de los órganos fisiológicos del mismo. Otros han dicho que la enfermedad y el morbo son entidades separadas y que, por lo tanto, pueden analizarse por separado. Según este punto de vista, el morbo es un estado fisiológico y la enfermedad es un estado social presumiblemente causado por el morbo.
En agudo contraste con el punto de vista positivista se encuentra la posición cultural relativista: una entidad o condición es un morbo o una enfermedad sólo si como tal es reconocida y definida por la cultura. Esta postura relativista tiene cierto crédito, quizás en el caso de lo que llamamos “enfermedades mentales”, pero se la critica por minimizar la naturaleza orgánico- fisiológica de la enfermedad y el morbo.
La enfermedad y el morbo son construcciones humanas, no existen sin que alguien las reconozca y defina.
Los fenómenos biofisiológicos son los que utilizamos como base para etiquetar una condición u otra como enfermedad o morbo; los fenómenos biofisiológicos en sí mismos no son enfermedad ni morbo.
Las enfermedades son juicios que los seres humanos emiten en relación con condiciones que existen en el mundo natural. Son esencialmente construcciones sociales, construcciones hipotéticas creadas por nosotros mismos. Como son juicios sociales, las enfermedades son juicios negativos. Una entidad a la que se etiqueta como enfermedad o morbo es obviamente considerada indeseable.
Llamar a algo “enfermedad” en la sociedad humana tiene consecuencias independientes de la condición biológica del organismo. La diagnosis médica afecta el comportamiento de las personas, las actitudes que adoptan ante sí mismas y las que los demás adoptan ante ellas.
La enfermedad es una construcción social basada en el juicio humano de cierta condición existente en el mundo. Si bien se basa en parte en los conceptos culturales vigentes sobre qué es el morbo, este proceso social evaluativo es central más que periférico al concepto de enfermedad y morbo. Tanto la diagnosis como los tratamientos se fundamentan en estos juicios sociales; no se puede separarlos.
Enfermedad y anormalidad
Parsons conceptualizó la enfermedad como anormalidad principalmente debido a su amenaza para la estabilidad de un sistema social a través de su impacto en el desempeño del rol.
La anormalidad que aparece como intencionada tiende a ser definida como delito; cuando aparece como no intencionada tiende a ser definida como enfermedad. Dado que tanto la criminalidad como la enfermedad son formas de designar la anormalidad, se hace necesario distinguir entre las dos, especialmente en relación con los mecanismos de control social apropiados.
Las respuestas sociales a la criminalidad y a la enfermedad son diferentes. Parsons explica que existe para los enfermos un “rol del enfermo” culturalmente disponible que sirve para legitimar condicionalmente la anormalidad de la enfermedad y encauzar al enfermo hacia la relación reintegradora doctor- paciente, minimizando, por ende, su carácter perjudicial para el grupo o la sociedad. En el rol del enfermo está implícita la idea de que la medicina es una institución de control social. Como legitimador del rol del enfermo y como curador que vuelve a colocar los enfermos en sus roles sociales convencionales el médico funciona como agente de control social.
Tanto la criminalidad como la enfermedad son formas, socialmente construidas, de designar anormalidad.
Resumen 2º Parcial Int. a la Investigación Psi.
Hace 15 años
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